jueves, 10 de septiembre de 2009

El balcón de la habitación

Ella entra en su habitación y la luz del atardecer se filtra a través de la blanca cortina. Una brisa muy agradable se cuela en la estancia y le acaricia el cabello.
Se queda ahí, de pie mirando a la ventana aunque la cortina no le deja ver más allá. De pie recuerda el día en que su amiga María la convenció para que le alquilara una habitación a ese extraño.

- "Te irá bien para llegar a fin de mes, además, yo sí le conozco, es un buen hombre",
Recuerda también lo nerviosa que estaba el día que lo conoció y la primera noche. Meterse un hombre en casa, un desconocido, ¿qué diría su madre si aún estuviera viva? pero María tenía razón, el dinero le vendría muy bien.

Se sienta a los pies de la cama y recuerda las miradas de complicidad en la cocina, en la escalera, las tímidas sonrisas en el salón, los silencios incómodos a la luz de las velas, y recuerda, sobretodo, la primera vez que sus manos se han tocado, apenas hace unos minutos, en la escalera, y cómo su piel se ha erizado al contacto.
Recuerda la mirada fija de él cuando ella ha elevado la vista y cómo ha seguido escaleras arriba para entrar en la habitación. Se coje la mano y aún siente el calor de la de él, y su respiración va recuperando su ritmo normal.
Un sonido tras ella la devuelve a la realidad, se gira y se levanta de un salto al verle en la puerta de la habitación, de pie, mirándola fijamente, como antes en la escalera, y en silencio.